El misterioso lago Vostok


En la Antártida, bajo el punto del planeta en el que se ha medido la temperatura más baja jamás registrada (- 89,6º C el 31 de Julio de 1983) se encuentra el lago Vostok, una enorme masa de agua líquida que ha permanecido sepultada bajo un manto de hielo de 4 kilómetros de grosor durante cientos de miles de años; un entorno muy particular e inhóspito por sus condiciones extremas, pero que, según las evidencias obtenidas en las exploraciones previas, podría albergar vida en forma de extraños microorganismos evolucionados durante todo ese tiempo en absoluto aislamiento del resto del mundo.

Descubierto indirectamente en 1996 a través de observaciones de radar y datos altimétricos obtenidos por satélite, fue bautizado con el nombre de la estación rusa ubicada sobre él. Con una longitud de 250 kilómetros y una anchura de 50, es semejante en extensión al lago Ontario. Su cuenca está dividida por una cordillera que compartimenta dos fosas, norte y sur, con una profundidad de 400 y 800 metros respectivamente, siendo la profundidad sobre la cima de la cordillera de 200 m. En el año 2005, además, se identificó una isla en su zona central. Su agua se mantiene líquida a una temperatura media de tres grados por debajo del punto de congelación, fenómeno que no se comprende exactamente. Hay quienes plantean que es debido al flujo geotérmico que calienta por debajo las rocas de la base del lago, quienes proponen que, después de una época templada que finalizó hace unos 5.000 años, no ha dado tiempo a que se congele bajo el resguardo aislante del hielo sobrepuesto, y otros que simplemente afirman que la enorme presión de la gigantesca capa del hielo impide la solidificación de sus aguas, sometidas a procesos de marea recientemente desvelados que le confieren una peculiar dinámica. Esta última hipótesis, explica también el alto contenido de oxigeno disuelto en ellas, cincuenta veces superior al de cualquier otra masa de agua superficial a presión atmosférica.
La base rusa que le da nombre fue establecida en 1957 para realizar estudios magnetométricos y perforar el hielo en busca de información sobre la evolución del clima terrestre, cuyos cambios se pueden rastrear en las características químicas de las sucesivas capas de hielo depositadas en los últimos 450.000 años, el tiempo que se estima necesario para alcanzar el grosor de la plataforma actual. Esto indica que el agua del lago ha estado confinada (no parece conectada a la red de canales que une muchos de los más de cien lagos subantárticos cartografiados) por lo menos durante ese periodo, aunque se cree que su aislamiento puede haberse prolongado durante más de un millón de años. El núcleo de hielo más largo jamás extraído, conseguido allí por un equipo de investigadores rusos, franceses y estadounidenses, alcanzó una longitud de 3.623 metros en 1998, cuando se detuvo la perforación a unos cien metros del plano de contacto entre el hielo y el agua. En la base de esta larga barra helada se encontraron evidencias de vida microbiana, y como se cree que ese hielo procede de la congelación de agua del lago subyacente, se ha deducido que en él podrían contenerse formas de vida adaptadas a las condiciones extremas en las que han permanecido en su fría y oscura sepultura, presumiblemente con unas características muy diferentes a las de cualquier otra conocida después de un largo proceso de evolución en ese oculto recoveco de la Antártida. Las muestras de microorganismos encontradas, según han conjeturado algunos científicos, podrían también proceder de la propia perforadora, que ha contaminado con ellas los testigos de hielo obtenidos. En cualquier caso, la duda se disiparía con la profundización hasta el lago para el análisis exhaustivo de sus aguas. Existen además otras razones para acceder a este mundo desconocido: por lo que se sabe, el lago Vostok presenta una gran similitud con las características de Europa, una luna de Júpiter, que tiene una corteza helada bajo la que se presume la existencia de océanos de agua líquida, y la exploración del Vostok proporcionaría datos valiosos sobre el satélite joviano, incluida la posibilidad de albergar vida si llega a contrastarse su existencia en éste. Además, sería el escenario ideal para ensayar y ajustar con precisión algunos instrumentos que estaba previsto enviar próximamente a Europa en una ambiciosa misión de sondeo de la N.A.S.A., el cryobot y el hidrobot. El cryobot es un sofisticado vehículo pensado para abrirse paso a través del hielo transportando al hidrobot y tendiendo en su avance un cable de comunicaciones y suministro de energía por el que enviar de vuelta los datos recopilados por el segundo una vez liberado en el agua. La posibilidad que ofrece el Vostok para realizar las pruebas previas necesarias para el desarrollo de estos complejos instrumentos permitiría maximizar las probabilidades de éxito en la misión real si se lleva a término, como se esperaba que sucediera en torno al año 2015 antes de que la crisis redujera drásticamente los presupuestos, a la vez que desvelar sus propios misterios, que algunos prevén espectaculares, aunque, dadas sus características, no parece probable que se pueda hallar más que vida microbiana, de enorme interés en cualquier caso.
Pero también el acceso a un entorno único y tan peculiar supone riesgos que aconsejan, por contra, plantearse con mucho detenimiento su ejecución. Dando por buena la sospecha de que los indicios de vida encontrados proceden de la contaminación del taladro que se ha venido utilizando en la prospección, la entrada de éste o de otras herramientas en el lago podría ocasionar una invasión de microorganismos de la superficie de consecuencias difíciles de prever, pero que en cualquier caso conllevaría el peligro de alterarlo irremediablemente. El diseño de cryobot contempla un sistema de auto esterilización para impedir que esto ocurra, pero nunca se puede alcanzar la seguridad de que no se va a producir una intromisión de algún microorganismo extraño a las presuntas poblaciones del lago. En este sentido, no se debe olvidar que el lago está contenido a una presión enorme que podría aliviarse violentamente por cualquier resquicio incontrolado, produciendo a su vez la descomposición explosiva de unas estructuras del tipo clatrato, compuestas por una red de agua en la quedan atrapadas moléculas de gas, estabilizadas por la susodicha presión. En fin, la cuestión de penetrar en el lago Vostok no es tan baladí como pudiera pensarse a bote pronto, y la decisión sobre si hacerlo es posible, oportuno, conveniente y productivo o por el contrario resultaría irresponsable, excesivamente arriesgado, dañino e inútil, deberá tomarse con detenimiento y ponderando tantas variables, datos y consideraciones como sea posible, aunque es de esperar que, como todo lo que puede ser hecho se acabará haciendo más pronto que tarde, y habrá que estar atentos a los descubrimientos que ofrecerá, apasionantes sean cuales sean.

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