El estado de “Las Dos Culturas”

Los pasados días 15 y 16 del corriente mes de junio, tuvo lugar en la Facultad de Filosofía de la Universidad de Cádiz un encuentro que, organizado por los Círculos de Innovación y Tecnología de la UCA y bajo el título Las Dos Culturas, cincuenta años después de Snow, ha pretendido retomar el problema, planteado por el científico y novelista C. P. Snow en su célebre conferencia pronunciada en 1959, de la tajante e injustificada separación entre la cultura de letras o humanidades y la cultura científica, separación que, lejos de menguar, ha ido ensanchándose y profundizándose a lo largo de este medio siglo como diagnostican los organizadores del evento, que han pretendido al convocarlo establecer un “debate que permita disminuir la enorme fosa que cada día se agranda entre la cultura de letras y de ciencias”.

Las apreciaciones de Snow suscitaron una intensa controversia, iniciada con la furibunda réplica de F. R. Leavis, que se extendió pronto a todo el mundo y sigue vigente en nuestros días, como demuestra por ejemplo el hecho de que en nuestro país se haya puesto en marcha la iniciativa Cultura 3.0, que reúne un distinguido plantel de intelectuales con la intención de habilitar un espacio en el que se encuentren estas dos culturas, “libre de elementos sobrenaturales y dogmáticos”, para constituir una “tercera cultura” integradora.

A lo largo de una jornada y media, se han ido esbozando por parte de los insignes participantes, diversos aspectos de este asunto, sus implicaciones en diferentes ámbitos y sus indeseables consecuencias, que tienen como causa y efecto un conspicuo analfabetismo científico apreciable en todas las instancias, niveles y direcciones dentro de nuestra sociedad occidental.

Abrió las sesiones el profesor Antonio Fernández Rañada, quién situó el inicio de la fractura entre humanismo y ciencia en el abandono de la visión salvadora de esta última que acarreó su aplicación al desarrollo de devastadores ingenios bélicos empleados en la Primera Guerra Mundial, marcando el fin del ”Cientifismo” y su optimista visión de la ciencia como única vía de conocimiento y progreso.

La primera sesión corrió a cargo del diputado europeo por el Partido Popular Alejo Vidal Quadras y del ex-ministro Bernat Soria, ambos científicos de formación, que tocaron algunos aspectos de la relación entre ciencia y política. Vidal Quadras, desde su actividad pública, relacionó algunas características distintivas de la actitud científica ausentes en el quehacer político pero de deseable incorporación a sus modos, como la racionalidad crítica y de gestión, o la incorporación de las posturas discrepantes al proceso de diseño de soluciones. Bernat Soria incidió en las dificultades que para un científico supone incorporarse a las tareas de administración pública, por la dedicación que supone y por la diametral disparidad de maneras que caracterizan al trabajo en ciencia y a la briega política. Si aquella requiere planificación a medio y largo plazo, racionalidad y profundidad, ésta es inmediata, irracional y superficial y, en su práctica, en palabras del ex-ministro, “lo urgente es cotidiano y se impone a lo importante”.

En las siguientes sesiones se trataron otras claves de la lejanía creciente entre humanidades y ciencias, manifiesta en la extensión y severidad del analfabetismo científico ya mencionado, que afecta a un significativo porcentaje de personas letradas. Carmen Esteban, directora de la editorial Crítica, trazó en datos editoriales el desolador panorama de la divulgación científica y aportó un detalle interesante sobre el tema vertebral de las jornadas: los científicos creen que divulgar es vulgarizar. Carlos Elías, doctor en Periodismo y en Ciencias Químicas, abundó por su parte en el problema aportando otras consideraciones como el descenso de la demanda de educación científica y técnica y el declive de la ciencia en la cultura mediática de letras, que ha propiciado un auge de temas esotéricos y mágicos en los medios de comunicación, e incorporó al debate la idea de que la separación debatida se ha debido en gran medida al distanciamiento unilateral de los integrantes de la cultura de letras.

Como contrapunto, el periodista José María Montero y el director de la Estación Biológica de Doñana, Fernando Hiraldo, en la siguiente charla, hablaron de su experiencia conjunta en la divulgación científica a través de su programa de televisión “Espacio Protegido, emitido durante los últimos once años en Canal Sur Televisión, introduciendo así una perspectiva halagüeña sobre las posibilidades de comunicación de la ciencia, aunque en el coloquio posterior se puso de manifiesto que se trata de un típico documental sobre naturaleza, un formato más adecuado al concepto de entretenimiento que otras disciplinas científicas, por lo que es un caso especial y poco indicativo del estado real de la cultura científica en general.

Cerraron las jornadas el profesor Ramón Vargas Machuca, Catedrático de Filosofía de la Universidad de Cádiz, Teresa Giménez Barbat, antropóloga y una de las impulsoras de la plataforma Cultura 3.0 antes citada, y José Manuel Sánchez Ron, Catedrático de Historia de la Ciencia y Académico de la lengua, que pronunció la conferencia de clausura. Vargas Machuca disertó sobre el lamentable panorama de la vida política actual, dominada según su análisis por una creciente incompetencia, perdida en una desnortada “deriva endogámica” de la clase política y enfangada en la inobservancia de la legalidad vigente en numerosas ocasiones. Propuso algunas enmiendas a estos vicios basadas en la incorporación de elementos del pensamiento y la práctica propios de la ciencia, como puedan ser la racionalidad, el conocimiento, y el uso de los recursos técnicos pertinentes, que permitirían alcanzar la necesaria eficiencia imprescindible en la búsqueda de la justicia, aspiración que debe guiar al político en todo caso. Giménez Barbat alertó contra el avance de la pseudociencia y la superstición que, más allá del empobrecimiento cultural que provoca, da lugar directamente a numerosos engaños comerciales, que se cuelan suavemente lubricados con la vaselina de la ignorancia. Mencionó asimismo la dificultad que tiene su plataforma para recabar la participación de miembros pertenecientes al mundo artístico, en el que ha apreciado en general un escaso interés por la ciencia, así como falta de conocimientos para acercarse a ella. Sánchez Ron, finalmente, repasó las líneas fundamentales de la división ciencia-humanidades desde que fue desvelada por Snow, y sugirió la posible existencia de una nueva falla, incipiente, que estaría surgiendo entre ciencia y tecnología.

Del conjunto de las intervenciones y a pesar de sus diversos contenidos, se ha podido inferir la efectiva existencia de “dos culturas” ajenas entre sí y separadas por una incomunicación casi hermética. De fondo, ha quedado desplegada una preocupación subyacente por el decaimiento cultural general en el conjunto de nuestra sociedad, especialmente grave en lo tocante a educación científica, puesto que ésta no sólo es deficiente en sectores de población de escaso nivel académico, si no que lo es en el mismo grado de insuficiencia en otros grupos cualificados intelectualmente.

No se puede dejar de destacar la recurrente mención al sistema educativo como sustrato básico de toda solución, tanto para el problema del escaso nivel de nuestros educandos, como para empezar a cerrar la brecha esterilizante entre humanidades y ciencias. Ha sido unánime la valoración del modelo educativo que padecemos en nuestro país como un modelo notoriamente fracasado, usado como moneda de cambio en la permanente gresca del mercadeo político en una dinámica que no consigue sino arruinarlo progresiva y preocupantemente. No tuvieron empacho algunos de los participantes en calificar la educación como una Cuestión de Estado, precisada de una profunda y urgente reforma incondicionalmente consensuada por las principales fuerzas políticas y agentes sociales.

En definitiva, han resultado unas jornadas brillantes, con una acertada selección de participantes que han conseguido en sus conferencias, además de definir nítidamente los problemas tratados, aportar interesantes líneas de solución y sugerir temas colaterales apasionantes, acerca de los cuales, cuando menos, merece la pena detenerse a pensar.

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