Pasos hacia la complejidad biológica
Paradójicamente y en contra de la
general percepción del proceso evolutivo desde la emergencia de la vida, la
aparición de la complejidad biológica y su preámbulo, la célula eucariota, se
han producido, de acuerdo con la lectura que hace Gustavo Barja, a través de
mecanismos radicalmente opuestos en su acción y efectos a la tradicional idea de
evolución por competición darwiniana, que podrían englobarse bajo la
denominación común de cooperación
combinatoria. Esta propuesta abunda en la idea, ya reflejada en más de un
texto de los publicados en estas páginas, de que la cada vez más extendida
consideración de la vida como un fenómeno necesario e inherente al devenir de
la materia en nuestro universo sólo es aplicable a la vida simple (bacteriana),
mientras que la vida compleja sería un fenómeno de naturaleza contingente y
esencialmente distinto por tanto.
Según este análisis, la
complejidad se ha alcanzado en una serie de pasos discontinuos, que Barja
denomina estados; eventos discretos
más que resultado de procesos subyacentes constantes como el cambio evolutivo, que
han consistido básicamente en episodios de agregación de entidades biológicas
preexistentes con diferente intensidad en cada ocasión. El punto de partida es
evidentemente la vida unicelular bacteriana primordial, que divergió según el
esquema darwiniano de evolución dando lugar a una creciente variedad de
organismos metabólicamente diversos, pero confinados en una simplicidad cuyos
límites aún hoy no han conseguido superar tras más de tres mil millones y medio
de años de evolución. Pronto apareció una nueva rama taxonómica, que constituye
uno de los tres grandes dominios biológicos, Archaea. El tercero de estos
dominios, Eukarya, constituyó precisamente el primero de los pasos que nos
ocupan, y sólo en su linaje se produjeron todos los pasos subsiguientes hacia
organismos complejos.
Si bacterias y arqueas
representan el estado 1, el estado 2 sería el propio dominio
Eukarya, que surgió de la fusión física de un representante de cada uno de los
otros dos dominios en un caso especial de cooperación combinatoria que se ha
dado en llamar simbiogénesis. Una arquea hizo las veces de hospedador para una
bacteria, que quedó integrada en su interior como uno de los orgánulos del
nuevo individuo que emergió del encuentro: la célula eucariota.
Nunca más en la historia de la
vida se ha vuelto a verificar un fenómeno similar a esta particular y estrecha
unión, que queda al margen de la transformación darwiniana por cambio aleatorio
y competición.
Los organismos eucariotas fueron
los protagonistas del siguiente episodio de agregación que dio lugar a la
aparición de organismos multicelulares, un evento poco conocido en realidad,
pero que parece haber sido rápido en términos evolutivos, y desde luego
reciente si tenemos en cuenta que ocurrió hace tan sólo 600 millones de años,
después de más de 3.000 millones de años de vida exclusivamente unicelular. Se
produce así el paso hacia el estado 3,
en el que los organismos agregados pierden su identidad individual en aras de
la estructura que integran. Para ello deben sufrir cambios importantes, tanto morfológicos
como funcionales, especializándose fuertemente y diferenciándose desde etapas
iniciales de desarrollo del organismo que constituyen.
En realidad, en todos los casos
los individuos que intervienen en las agregaciones siempre pierden su entidad
de tales para convertirse en partes de un todo que pasa a ser el nuevo
individuo, en cuyo beneficio cooperan superando las interacciones competitivas
del estado anterior y supeditando sus particulares intereses a los de la nueva
entidad, hasta el punto de sacrificar su propia existencia a la pervivencia de
ésta como ocurre en el caso de la apóptosis, un mecanismo propio del estado 3
cuyo fallo puede acarrear problemas de la gravedad del cáncer, que desde esta
perspectiva supone una regresión de alguna de las unidades básicas al estado 2.
Por otro lado, y según se ha
apuntado ya, las sucesivas agregaciones difieren en su grado, de forma que mientras
el paso al estado 2 consiste en una fusión física de los organismos
constituyentes, el paso al estado 3 sólo requirió una aposición de individuos.
La relación entre ellos es muy íntima, pero algo más laxa, evidentemente, que
en el paso anterior. En cualquier caso, el incremento de complejidad se obtiene
mediante combinación de organismos individuales previamente existentes que
modifican la naturaleza de su interacción pasando de una competencia excluyente
a una cooperación combinatoria de la que surgen nuevas entidades individuales
con propiedades emergentes que exceden la mera suma de las de sus unidades
constitutivas, porque muchas de estas nuevas propiedades radican en el conjunto
de relaciones que estas unidades establecen entre sí.
Siguiendo estos argumentos, cabe
preguntarse si se producirá el paso hacia un estado 4 y en qué consistirá; cuales serán el grado de agregación
característico, la configuración de los nuevos individuos o las propiedades
emergentes que aparecerán. Pues bien, según algunos autores el proceso hacia
este siguiente estado de mayor complejidad está ya en marcha en numerosas
especies entre las que se encuentra la nuestra. Como ejemplos se podrían citar
a los insectos sociales, diversos órdenes de mamíferos, de plantas, o de aves.
En el caso de algunos insectos sociales, el grado de integración entre
individuos alcanza tal grado que no son pocos los investigadores que consideran
que han perdido de hecho su condición de tales para convertirse en partes de
una nueva entidad que sería el conjunto de la colonia en la que se integran.
Según Barja, Homo sapiens sigue su particular camino hacia el estado 4, y ha
llegado incluso más lejos que los citados insectos sociales en muchos aspectos.
Desde las iniciales tribus de cazadores recolectores, y a través de un proceso
de evolución cultural, mucho más rápido que el biológico, nuestra especie ha
mostrado una marcada tendencia a agregarse cada vez más estrechamente en
comunidades de tamaño creciente, en las que se produce una enorme
especialización de funciones y se despliega una compleja red de relaciones. Es
muy difícil vislumbrar, suponiendo que se consume el paso a este futuro estado
4, cuál será la naturaleza de las nuevas entidades resultantes, y de qué características
nuevas estarán dotadas, pero parece que el camino se ha iniciado, y somos una
de las especies pioneras, quizá la más aventajada en este momento.
Comentarios
Publicar un comentario