El extraño caso de la aparición del sexo (mitocondria 3)
Una vez constituida la sociedad eucariota en los términos cuyas líneas fundamentales hemos ya tratado (es decir, sobre la mutua conveniencia centrada inicialmente en torno al hidrógeno antes de derivarse hacia la explotación del potencial del oxígeno que acabó por impulsar la evolución del nuevo dominio), tenemos a nuestra mitocondria aislada en el seno de su hospedador entregada principalmente a la producción de ATP; reducida, se podría pensar, a una situación de rendida esclavitud, de mero orgánulo tristemente aprisionado y sin voz ni voto en el desarrollo de la nueva entidad. Nada más lejos de la realidad. El huésped conservó una influencia determinante derivada de sus propias necesidades e intereses como organismo independiente que una vez fue, y que no quedaron ni mucho menos excluidos en su nueva situación; entre otras cosas, y como también adelantamos, satisfacerlos llevó a la aparición del sexo, esa rocambolesca estrategia reproductiva cuya extensísima vigencia tanto a dado que...